Un célebre reportero se asombra por la majestuosidad del árbol símbolo de un país. Una historia que viene a cuento con motivo del segundo partido del sexto día de actividades de Rusia 2018
Por: Farid Barquet Climent
El gran reportero y escritor polaco Ryszard Kapuściński viajó por Senegal a mediados de los años setenta, enviado por PAP, la agencia oficial de noticias de Polonia. De la travesía que hizo para llegar desde Dakar, la capital senegalesa, hasta Abdallah Wallo, una aldea remota y pobre, el afamado periodista recuerda —en su libro Ébano— haber pasado por “una avenida bordeada por unos baobabs tan imponentes, enormes, altivos y monumentales que nos da la impresión de movernos entre los rascacielos de Manhattan. Como el elefante entre los animales, el baobab no tiene igual entre los árboles”.
En la edición de hoy del diario español El País aparece una “noticia alarmante”, según el propio medio: “Muchos de los baobabs más legendarios del sur de África están muriendo y no está del todo claro el porqué, según un estudio publicado recientemente en la revista Nature Plants. Aunque en el artículo se apunta al aumento de las temperaturas y a la sequía de esa área del planeta provocadas por el cambio climático como las causas más probables”.
Los baobabs, árboles símbolo de Senegal, que hace más de cuarenta años impresionaron tan fuertemente al insigne reportero polaco por su imponencia, altura, altivez y monumentalidad, mañana deberán brotar, en tierra tan poco propicia como Moscú, para impresionar a otro polaco, ya no periodista sino futbolista: Robert Lewandowski, el temible goleador de la selección de Polonia y del Bayern Munich, que tendrá su primera aparición en un Mundial contra el equipo representativo de Senegal.
Los encargados de erguirse como imponentes, enormes, altivos y monumentales baobabs senegaleses para complicarle la tarde a Lewandowski, miden respectivamente 1.95 y 1.92 centímetros de estatura y juegan para el Nápoles y el Anderlecht como defensores centrales: Kalidou Koulibaly y Kara Mbodji, autor este último, del gol de cabeza que valió la clasificación de su selección a Rusia 2018 en el último partido de la eliminatoria, contra Sudáfrica.
Si según la Real Academia de la Lengua Española la palabra bosque admite ser entendida, en una de sus acepciones, como “confusión, cuestión intrincada”, Koulibaly y Mbodji deberán convertir el área senegalesa en un bosque de baobabs, que confunda a Lewandowski y que haga de su afanosa búsqueda del gol una cuestión intricada.
De acuerdo con John R. Platt —colaborador habitual de la prestigiada revista Scientific American y que no es pariente de David Platt, futbolista inglés que jugó el Mundial de Italia 90— en África es usual escuchar un dicho: “La sabiduría es como un baobab: una persona sola no puede abarcarla”. Si los baobabs Koulibaly y Mbodji actúan con sabiduría defensiva mañana en el estadio del Spartak moscovita, un solo hombre, Lewandowski, no podrá abarcarla ni superarla. Para lograrlo, el ‘9’ de Polonia tendrá que contar con el auxilio de sus compañeros Arkadiusz Milik y Łukasz Teodorczyk, que juegan, respectivamente, en los mismos clubes que Koulibaly y Mbodji, el Nápoles y el Anderlecht, así que algo deben conocer de la sabiduría de los africanos. Pero si no lo consiguen, lo que mañana empezará a dar visos de extinción ya no serán los baobabs, sino la letalidad goleadora de los paisanos de Kapuściński.
Foto: elcuerpo.es