Sepultando el rencor por ternura

El futbol como sucedáneo de la violencia y el dolor, es la historia del internacional colombiano Juan Guillermo Cuadrado.

Por: Olivia Betancourt Mascorro.

En la década de los noventa, Necoclí, uno de los municipios de la subregión de Urabá en el departamento de Antioquía en Colombia, sufrió la violencia desatada por grupos guerrilleros, paramilitares y del narcotráfico. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) tenían fuerte presencia en la región, que se disputaban con las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá. Necoclí se convirtió así en una zona de guerra, que dejó un caudal de miles de víctimas e inmenso dolor en los habitantes.

El hoy futbolista Juan Guillermo Cuadrado y su familia no fueron ajenos a esta situación. El ahora jugador de la Juventus de Turín tenía tres años cuando sus padres inventaron un “juego” para protegerlo de las balas, que consistía en que cada vez que hubiese un tiroteo, tenía que esconderse debajo de la cama. Un día, este “juego” derivó en una de las situaciones más difíciles que el jugador colombiano tuvo que enfrentar en su infancia: el asesinato de su padre.

De ahí en adelante nada sería igual. Cuadrado y su madre se repusieron y en medio de la violencia continuaron con su vida en el Urabá. El jugador entró a la escuela Mingo Fútbol Club en Necoclí y dado que las matanzas no disminuían y el empobrecimiento de la población aumentaba, su madre decidió irse a trabajar a la localidad de Apartadó, tiempo en el que Cuadrado vivió con sus abuelos.

El gusto por el futbol las más de las veces proviene del núcleo familiar, pero Juan Guillermo tuvo que construir el gusto por jugar y la aspiración de ser futbolista sin su padre, en medio de una guerra, en la playa como se le ve en la foto, con solo un balón. Su madre fue esencial en este proceso, pues un amigo de ella, Luis Ayala, quien dirigía el club Manchester en el municipio de Apartadó, le prometió hacer de Neco un profesional. Lo matriculó en la Escuela Integrada Barrio Vélez y después al Colegio Agrícola. Ayala no se equivocó: el joven metió doce goles en un partido del Manchester contra San Juan de Urabá.

Nelson Gallego, un entrenador del Deportivo Cali, fue quien descubrió la aptitud de Cuadrado para el profesionalismo. Sin embargo, no fue en el club caleño donde terminó de convertirse en profesional, pues fue desdeñado, al parecer, por su baja estatura. Donde recibió la oportunidad fue en un equipo antioqueño, Deportivo Independiente Medellín, en el que demostró el talento necesario para que el Udinese de Italia lo contratara. Ya en Europa, Cuadrado fue llamado a la selección colombiana en 2010.

Posteriormente, pasó al Lecce y después a la Fiorentina. Tras su participación en el Mundial de Brasil 2014, dio el salto a la Premier League inglesa con el Chelsea, para posteriormente recalar en el club que domina la Serie A Italiana desde hace siete años ininterrumpidos: la Juventus de Turín, donde juega actualmente.

El entorno social de violencia que marcó su niñez no fue obstáculo para que Cuadrado se haya instalado con éxito en el futbol de más alta competencia internacional. Ni la pérdida  de su padre, de la manera más desgarradora que un niño puede soportar, acabó con su voluntad de vivir y de vivir con la alegría de jugar. Como dice el himno de su natal Necoclí, “sepultando el rencor por ternura”. Sabe que hoy millones de colombianos, que también sufrieron la violencia, deposita en sus pies la esperanza de cobrarse revancha deportiva, hoy en Moscú, de la eliminación ante los ingleses hace veinte años, y dar así un paso más en el sueño de ser campeones del Mundo.

 

Foto: Sergio Ríos Mena

 

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s