Hay quienes necesitan escribir su propia historia

La selección anfitriona sorprendió al llegar a una instancia que muchos no le presagiaban antes de la justa mundialista. Olivia Betancourt Mascorro nos cuenta la historia de uno de los artífices de tan digna actuación del equipo ruso. 

Por: Olivia Betancourt Mascorro

El anfitrión del actual Mundial cayó ante Croacia en la ronda de penaltis en uno de los partidos más emocionantes de la etapa de cuartos de final. Y si hay alguien que hoy es feliz de estar con la selección rusa a pesar de no ser ruso de nacimiento es el lateral derecho Mário Figueira Fernandes, oriundo de Brasil. Pudo defender los colores de Rusia en los cinco partidos que disputó en el certamen porque el 14 de julio de 2016 el Presidente Vladimir Putin le concedió por decreto la ciudadanía al brasileño nacido en São Caetano do Sul, Estado de São Paulo, quien juega en el CSKA Moscú y que, como sabemos, desató la locura al lograr el empate ruso con un gol de cabeza en el minuto 115 contra Croacia, aunque después erró el tiro que le tocó patear desde los once pasos en la ronda de penaltis.

Antes de su llegada al CSKA de Moscú, Fernandes jugó en el equipo de su ciudad de origen, el São Caetano, y posteriormente fue traspasado al Gremio de Portoalegre, cuando tenía 18 años. Su llegada a un club grande a tan temprana edad y las altas expectativas depositadas en él, al parecer le provocaron una depresión que se tradujo en una escapada de tres días sin que se supiera de su paradero. Reconoció padecer problemas de alcoholismo que hacían peligrar su carrera a pesar de que se le auguraba un futuro promisorio. El Real Madrid lo tuvo en la mira cuando se encontraba en el Gremio, pero los rusos le ganaron la partida.

Fernandes probó primero como central por sus 189 centímetros de estatura, pero su  rapidez lo convirtió en lateral derecho, posición que actualmente juega. Empezó a llamar la atención desde que jugaba en Brasil no sólo por su potencial, sino también por haber rechazado la posibilidad de jugar con la selección brasileña cuando fue convocado en 2011 para disputar un partido contra Argentina, negativa que la afición no le perdonó. Tanto Gremio como él justificaron esa falta por “motivos personales”, lo que le costó que la selección no lo volviera a convocar en tres años. Para 2014, tras el Mundial de Brasil, fue nuevamente convocado para jugar un amistoso internacional contra Japón. En esta segunda ocasión sí acudió al llamado, pero es probable que, por ya encontrarse jugando en Rusia y al empezar a sentir a este último país como su casa, decidió perfilarse para obtener la nacionalidad rusa.

Mário ni siquiera habla ruso, pero en Rusia encontró el lugar que necesitaba para dejar atrás la persona que ya no quería ser y convertirse en un futbolista reconocido y dueño de un puesto en la selección de aquel país. El decreto presidencial que le otorgó la nacionalidad express es la causa de que pudiera estar presente en este Mundial. Al final Fernandes falló un penalti decisivo para su selección, pero en modo alguno puede atribuírsele falta de compromiso con el representativo de su país de acogida. “Un soldado no hace un ejército”, comentó el defensa previo al partido contra Croacia, lo que demuestra su convicción de que en el futbol son importantes las historias individuales, como la suya de superación, pero sobre todo la historia en este deporte la escriben los esfuerzos colectivos.

 

Foto: La Razón

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