Por: Alfredo Farid Barquet Rodríguez.
La gente en Veracruz sabe que los auténticos jarochos son los oriundos del Puerto. Sin embargo, es común que fuera del Estado se nombre así a todos los nacidos en la entidad veracruzana. De ahí el título de esta nota. Por otra parte, cuando se piensa en el deporte más popular y practicado en suelo veracruzano, el que nos viene a la mente es el beisbol, y con razón, pues cómo olvidar a las grandes glorias del llamado Rey de los Deportes que vieron la luz en ese “pedacito de Patria” (Agustín Lara dixit): Beto Ávila, del Puerto; Miguel Becerril Fernández, de Las Choapas; Alfredo El Zurdo Ortiz, de Medellín; y ese ejemplo de dignidad humana que es el alvaradeño Ramón El Abulón Hernández, entre muchos más.
Pero existen dos municipios que son las honrosas excepciones a la preminencia del beisbol en Veracruz: el propio Puerto y Orizaba, localidades en las que el deporte históricamente dominante ha sido el futbol. Recordemos que Orizaba se disputó con Pachuca el honroso mote de Cuna del Futbol Mexicano, que gracias a una intensa, inteligente y costosa campaña de promoción a cargo del club hidalguense, fue la ciudad minera la que se adjudicó tal reconocimiento. Orizaba llegó a tener tres equipos simultáneamente en el máximo circuito: el Moctezuma, de la compañía cervecera del mismo nombre; el ADO, siglas que nada tienen que ver con las de la empresa de autotransporte que pasa por la ciudad, Autobuses de Oriente, sino que abrevian la denominación de aquel equipo: Asociación Deportiva Orizabeña, cuya alineación de 1945 aparece en la foto que ilustra esta líneas; y desde luego el Orizaba, que fue el primer equipo en alzar el trofeo de campeón del torneo mexicano, como se llamara antes. Además, en la ciudad pluviosilla nació José Luis El Loquito Aussín, quien además de jugar para los chayoteros del Orizaba compartió vestidor con el máximo expoenente del tiro de hoja seca (folha seca), Waldir Pereyra Didí, en el Veracruz, equipo a cuyo ascenso a la Primera División contribuyó El Loquito con sus goles.
Por su parte, el legado porteño al futbol nacional es incuestionable: tanto por su emblemático equipo, los Tiburones Rojos, cuanto por un jugador icónico que da nombre al estadio de mayor aforo del territorio estatal: Luis Pirata Fuente.
Todos los Estados del país, sin excepción, tienen en mayor o menor medida futbolistas originarios que han enriquecido el desarrollo de este deporte en México. De Nayarit y Colima, entidades con baja población, provienen leyendas como el excepcional mediocampista tepiqueño Ramón Ramírez y el capitán de la primera selección mexicana en ganar un Mundial sub-17, Patricio Pato Araujo. Pero justamente por razones de oriundez quiero recordar a jugadores veracruzanos, o jarochos si se quiere, que han figurado antes y ahora en el concierto futbolístico nacional. Siendo muchos y disculpándome por las omisiones, mencionaré algunos nombres: Luis Pirata Fuente, nacido en el Puerto, primer mexicano en jugar en Europa al ser contratado por el Racing de Santander con veinte años de edad; Carlos Hermosillo, de Cerro Azul, el mexicano que más goles ha metido en México; Luis Hernández, de Poza Rica, máximo goleador mexicano en Mundiales junto al tapatío Javier Chicharito Hernández; Pedro Osorio, orizabeño de larga trayectoria como defensor en clubes como el Morelia y el Toros Neza de la época del Turco Mohamed; Sergio Lira, de Tamiahua, tres veces campeón de goleo de la Liga mexicana; Jehu Chiapas, nativo de Martínez de la Torre, bicampeón con los Pumas de la UNAM; Melvin Brown, de Naranjos, subcampeón de Copa Libertadores con Cruz Azul; o los cordobeses Miguel Layún, dos veces mundialista que jugará la próxima temporada con el Villarreal de España, y José Abella, flamante campeón del futbol nacional con Santos Laguna; como también podría mencionar a Eduardo Rergis, Carlos Barra, Severo Meza, y un largo etcétera…
Puede tachárseme, con razón, de regionalista e incluso de una especie de chovinismo a escala, pero ni modo, paisanaje obliga.
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