Por: Farid Barquet Climent.
Sin ruborizarse por violar la Ley Federal del Trabajo, Francisco Gabriel de Anda, quien fuera hasta hace unas semanas Vicepresidente de las Chivas del Guadalajara, reconoció que ese club transfirió a Rodolfo Pizarro al Monterrey sin la anuencia del jugador. Entrevistado por Ciro Procuna y Heriberto Murrieta para ESPN, De Anda dijo a propósito del joven tamaulipeco: “‘Él primero dice ‘yo no quería salir de Chivas’, tiene razón. ‘Me vendieron sin avisarme’, tiene razón”. De Anda lo expuso así, como si nada, con lo que deja en claro que a los dirigentes del equipo tapatío no les preocupa que la ley laboral establezca en su artículo 295 que “los deportistas profesionales no podrán ser transferidos a otra empresa o club, sin su consentimiento”.
Que en México, con total impunidad, los clubes transfieran a los jugadores a sus espaldas da cuenta de la ausencia absoluta de las autoridades del trabajo para hacer valer las disposiciones legales en el ámbito del deporte profesional. Si a esa ausencia del poder público se le suma el temor fundado de los futbolistas a promover demandas laborales por las represalias que contra ellos pueden tomar los empresarios del ramo, se entroniza el poder de los patrones de la industria para hacer con los jugadores lo que les plazca. Autoridades que no vigilan y trabajadores que no reclaman conforman el reparto ideal para que los clubes pasen por encima del Estado de Derecho y de los derechos fundamentales de los futbolistas.
Casos como el de Pizarro con las Chivas revelan que el estatus jurídico-laboral de los futbolistas en México es el mismo de hace cuarenta años. Para evidenciar lo poco que ha cambiado desde entonces, basta remontarnos al entorno narrado en clave de ficción por Guillermo Samperio a través de un cuento que escribió en 1978. Intitulado “Lenin en el futbol”, su protagonista es un futbolista, un portero para ser más precisos, que en su intento por crear un sindicato de futbolistas termina encarcelado. Redactado a diez años de distancia del movimiento estudiantil de 1968 que marcó la ruptura de la juventud ilustrada con el régimen corporativo priista, Samperio recrea aquellos días del sexenio de José López Portillo en que la insurgencia sindical de la Tendencia Democrática de los trabajadores electricistas de la Comisión Federal de Electricidad inspiraba a otros sectores de trabajadores a asociarse y formar sindicatos. Es un relato que implícitamente honra los intentos de sindicalización de los futbolistas de 1965 y 1971 y que preludia la lucha de la Asociación Nacional de Beisbolistas de 1980, pero que conserva en la actualidad una vigencia desalentadora para la constitución de una futura organización de jugadores, pues los futbolistas en México siguen sin darse cuenta de su importancia para la industria del futbol, mientras que las presiones dirigenciales para disuadirlos de agruparse y el desentendimiento gubernamental hacia el futbol profesional se mantienen prácticamente intactos.
En “Lenin en el futbol”, uno de los personajes, el Lic. Iturralde, arquetipo del directivo, subestima la tentativa de sindicación de los jugadores, “como si los futbolistas fuéramos puros pendejos conformistas”, dice el protagonista. Episodios como el que vivió Rodolfo Pizarro recientemente, abren la oportunidad a los futbolista de México de desmentir al Lic. Iturralde.
Fotos: debate.com.mx y eluniversal.com.mx