Evgueni Evtushenko: dribles poéticos

Por: Farid Barquet Climent.

Desde la primera línea de su Autobiografía precoz, el poeta ruso de origen ucraniano Evgueni Evtushenko (1933-2017) afirma: “La autobiografía de un poeta son sus poemas. El resto es solo comentario”.[1]

La biografía de Evtushenko está atravesada por el futbol. Y eso lo confirman tanto sus poemas como su mencionado libro autobiográfico, en el que escribe que, además de la poesía:

Tuve otra pasión en la vida: el futbol. En la noche escribía versos; durante el día jugaba futbol en los patios o en los terrenos baldíos. Volvía a casa con los zapatos agujereados, los pantalones rotos y las rodillas sangrantes. Pero el ruido de las patadas contra el balón de cuero me parecía la más embriagadora de las músicas.[2]

 

Evtushenko dice haberse afanado infructuosamente, durante su adolescencia, en encontrar algún editor que publicara sus poemas: “Bombardeé con mis obras todas las redacciones, que contestaban invariablemente con la misma fórmula de rechazo”.[3] Hasta que en 1949 acudió al diario deportivo Sovetskii Sport (El Deporte Soviético). Ahí se interesó por sus trabajos el editor Nikolai Alexandróvich Tarasov,[4] ferviente lector de Boris Pasternak. Tarasov era el responsable de cuatro secciones del periódico: “información internacional, asuntos del partido (comunista), futbol y literatura”.[5] De los poemas que le entregó Evtushenko, de entonces 15 años, Tarasov seleccionó uno, intitulado “Los dos deportes”, consagrado a las costumbres de los atletas de la urss y de los Estados Unidos, del que le dijo: “Es el más malo de todos los que has escrito, pero es el que mejor pega para nosotros”.[6] A Tarasov le había llamado la atención “un pasaje en el que comparaba los racimos de uvas con los balones de los niños”.[7] De Tarasov y los miembros de la redacción de Sovetskii Sport, Evtushenko escribe: “No he sabido, hasta hoy, cómo esos hombres habían adivinado en mí al poeta”.[8] De la deuda impagable que le unió con Tarasov y su amigo físico Volodia Barlas, Evtushenko escribe: “Ellos determinaron en gran parte la orientación de mi vida (…) A ellos es a quienes debo mi formación intelectual y poética”.[9]

Fue así como se volvió habitual encontrar la poesía joven de Evtushenko en las páginas del periódico: “Gracias a Tarasov, me convertí en el cronista poético regular de El Deporte Soviético. Escribí poemas consagrados al volibol, al basquetbol, al futbol, al box, al alpinismo.[10] Seguramente no le resultada difícil hacerlo, porque:

El placer de engañar adversarios por dribbles inesperados, antes de marcar un gol al lado de las manos impotentes del portero, era para mí un placer verdaderamente poético. Por extraño que pueda parecer, he creído siempre que el futbol tiene algo en común con la poesía.[11]

 

“El futbol me ha enseñado mucho en la vida”, sostiene Evtushenko. Algo que seguramente le aprendió fue la capacidad de llenar estadios, que gracias a Evtushenko se debió ya no solamente al juego sino también a la poesía[12], tal como lo consigna la nota necrológica publicada en el diario El País tras el fallecimiento del poeta:

Con Yevtushenko desaparece el último de los poetas que, junto con Bela Ajmadúlina, Robert Rozdéstvenski y Andréi Voznesenski, llenaban estadios en los tiempos soviéticos. Era la época en que en la URSS la poesía podía competir con el fútbol. El deshielo hizo aquel milagro que animó a decenas de miles de personas a llenar el Estadio Lenin de Moscú cuando la poesía encarnó la libertad que se respiraba después de la condena oficial al culto a la personalidad de Stalin.[13]

 

Evtushenko vino a México precisamente a declamar públicamente su poesía, con motivo del encuentro internacional de poetas que en el marco del programa cultural de los Juegos Olímpicos de 1968 organizó el escritor Agustín Yáñez, entonces Secretario de Educación Pública. Evtushenko leyó algunos de sus poemas en una Arena México abarrotada.[14] Fue el único invitado proveniente de un país al otro lado de la Cortina de Hierro.[15]

La llegada de Evtushenko a México fue todo un acontecimiento para el medio literario nacional. El entonces Director General de Siglo XXI Editores, Arnaldo Orfila, decidió incluir a Evtushenko en el catálogo de su editorial, nacida apenas tres años atrás, por “la presión de su presencia (en México) y un poco por la resonancia popular que este hombre (Evtushenko) ha tenido en toda América Latina”,[16] tal como lo escribió Orfila en una carta que dirigió a Octavio Paz el 9 de abril de ese año. Aunque finalmente el sello dirigido por Orfila no publicó al poeta ruso debido a dificultades para ofrecer al público algo más que una traducción literal,[17] el intento de Orfila de acercarlo a los lectores hispanoparlantes daba cuenta de la relevancia que desde entonces tenía la obra del otrora futbolista juvenil, cuyos libros han vendido más de 10 millones de ejemplares y lo llevaron a ser candidato varias veces a recibir el premio Nobel.

Autor de poemas políticamente contestatarios, como “Bai Yar”, denuncia del antisemitismo genocida del régimen soviético, o “El ajedrez de México”, en el que metaforizaba cómo el gobierno posrevolucionario mexicano trataba a los campesinos como peones sacrificables aprovechándose de ellos para luego olvidarlos, Evtushenko empleó una alegoría futbolera para condenar la censura y la mediocridad envidiosa de oscuros críticos literarios:

Me parece que las reglas del futbol son más simples que las de la literatura. Si alguien metió un gol, de ello existe una prueba inmediatamente verificable: el balón quedó en la red. El hecho, como se dice, no es discutible. (Sé que los árbitros niegan de vez en cuando un gol, pero se trata más bien de una excepción que de una regla.) Si un poeta mete un gol, al contrario, lo único que oye es el ruido de miles de silbatazos, lanzado por los árbitros que se designaron por sí mismos, y que se apresuran a declarar que el gol no era limpio, que el balón pasó de lado, que la obra no merece ninguna recompensa. No es posible probar nada. Y lo que es peor: frecuentemente los tiros que no llegan de ningún modo a ser gol son proclamados por los árbitros oficiales de la poesía como logradas obras maestras. Cada vez que leo tales injusticias literarias, lamento haber abandonado mi carrera de futbolista.[18]

 

En su poema “Me gustaría…”, Evtushenko escribió: “Me gustaría reencarnar como hombre en cualquier imagen”. Pero me parece más probable que haya preferido reencarnar en una imagen específica, la de futbolista, pues en su Autobiografía precoz reconoce que cuando tenía algún encuentro con sus excompañeros de cancha que terminaron por hacer carrera como jugadores de futbol:

me dicen que me envidian el ser poeta y yo les respondo que los envidio por ser futbolistas.[19]

 

 

[1] Evgueni Evtushenko, Autobiografía precoz (trad. Pedro Durán Gil), México, Era, 1969, p. 7.
[2] Ibid, p. 65.
[3] Ibid, pp. 37-38.
[4] No confundirlo con Alexandr Nikolaievich Tarasov, filósofo ruso contemporáneo.
[5] Ibid, p. 68.
[6] Ibid, p. 69.
[7] Ibid, p. 68.
[8] Idem.
[9] Ibid, p. 72 y 76.
[10] Ibid, p. 79.
[11] Ibid, p. 65.
[12] Walter G. Moss, A History of Russia. Vol. II: Since 1855, Londres, Anthem Press, 2ª ed., 2005, p. 522.
[13] Rodrigo Fernández, “Muere Yevgueni Yevtushenko, poeta emblemático del deshielo ruso”, El País, 3 de abril de 2017.
[14] Gerardo Lammers, “México 68: la Olimpiada cultural”, Confabulario, 6 de octubre de 2018.
[15] Juan Pablo Duch, “Falleció Evgueni Yevtushenko, último poeta de la extinta URSS”, La Jornada, 2 de abril de 2017.
[16] Arnaldo Orfila Reynal y Octavio Paz, Cartas cruzadas: Arnaldo Orfila, Octavio Paz, 1965-1970 (pres. Jaime Labastida; int. Adolfo Castañón; colab. Milenka Flores y Alma Delia Hernández), México, Siglo XXI Editores, 2ª ed., 2016, p. 229.
[17] Ibid, p. 248.
[18] Evtushenko, Autobiografía precoz, op. cit., p. 66.
[19] Idem.

Foto: New York Times.

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