Por: Farid Barquet Climent.
Hoy 8 de abril de 2020 recibió el alta médica el exportero argentino Hugo Orlando Gatti, de casi 76 años, después de haber pasado 19 días hospitalizado en Madrid por haberse contagiado de coronavirus.
Futbolista extrovertido, el “Loco” Gatti se formó en las fuerzas inferiores del club Atlanta, con el que debutó en 1962. Entre 1964 y 1968 jugó para River Plate, donde alternó con toda una leyenda: Amadeo Carrizo, fallecido recién el 20 de marzo de 2020.
De 1969 a 1974 Gatti defendió el arco de Gimnasia y Esgrima de La Plata bajo la dirección de José “Puchero” Varacka. En 1975 fue contratado por Unión de Santa Fe a pedido del entrenador Juan Carlos “Toto” Lorenzo, quien al pasar el año siguiente a Boca Juniors se llevó al “Loco”, que se convertiría en ídolo de la afición xeneize: en los siguientes trece años participó de la conquista de dos campeonatos metropolitanos, uno nacional, dos copas Libertadores y una Intercontinental con el conjunto de la Ribera.
También tuvo algunas incursiones como internacional. Integró la selección argentina que compitió en el Mundial de Inglaterra en 1966, aunque no jugó, y fue convocado por César Luis Menotti para los partidos de preparación rumbo a la edición de 1978, pero finalmente no formó parte del plantel que habría de resultar campeón.
Dueño del récord de más partidos disputados en el futbol argentino (765), ostenta también, empatado con Ubaldo Matildo Fillol, la marca de más penales detenidos (26) en ese país.
Afecto a atraer reflectores, gustaba de figurar en los medios de comunicación. Lo hizo a través de comerciales televisivos, como el de una marca de ginebra cuya ingesta supuestamente le daba el punch suficiente para anotar goles de portería a portería, o colocando propaganda política en su suéter de portero a favor del entonces presidente Raúl Alfonsín. Incluso llegó a grabar un disco musical, Las locuras de Gatti, en 1976.
Proferente de desafortunadas declaraciones (desde una racista hasta una francamente misógina), por lenguaraz se ganó una lección. Previo a un partido entre Boca Juniors, su equipo de entonces, y Argentinos Juniors, en el que empezaba a descollar Diego Armando Maradona, Gatti dijo a la prensa que el joven ‘10’ era “un gordito”[1], y Diego le respondió anotándole no uno, ni dos, tampoco tres, sino cuatro goles en aquel encuentro disputado en la cancha de Vélez Sarsfield el 9 de noviembre de 1980.
Winston Churchill dijo que muchas veces, en su dilatada trayectoria política y militar, había tenido que comerse sus palabras, y que había descubierto que eran una dieta saludable. En cambio, las palabras que tuvo que tragarse el Loco Gatti después de aquel póker maradoniano (que podrás ver en el video que se muestra abajo) seguro le resultaron bastante indigestas. La lección recibida de Maradona debió haberle enseñado una máxima pitagórica, a la que no le ha hecho mucho caso y que seguramente no guiará sus dichos ahora que libró el coronavirus: que “el silencio es la primera piedra del templo de la sabiduría”.