Sombras de toxicidad

Por: Farid Barquet Climent.

La industria del futbol está dándole la razón a los detractores del futbol. La insistencia de dirigentes de federaciones y ligas nacionales para que se reanude de inmediato la celebración de partidos a despecho de que la pandemia de coronavirus no se ha superado —incluso países como México se encuentran en el pico más alto de la curva que contabiliza los contagios— y de que la probabilidad de un rebrote está latente, demuestra que su supuesta preocupación por los millones de familias cuyos ingresos dependen del circuito económico que el futbol mueve —y no que mueve al futbol, que no es lo mismo— no es más que una máscara políticamente correcta que pretende disfrazar su codicia y que sólo termina por evidenciar su mezquindad.

Pretender que una parte de las escasas pruebas de diagnóstico disponibles se aplique a futbolistas para ponerlos a jugar antes que destinarla al personal médico y de atención hospitalaria o bien a la población anciana o en situación de riesgo por afecciones crónicas, es el colmo de la estulticia. A esos dirigentes les parece muy bien que tengan prioridad los deportistas, cuya salud van a exponer mandándolos a dar espectáculo, por encima de los que en clínicas y hospitales arriesgan su vida todos los días por salvar la de los demás.

Es tal la prisa de algunas ligas por regresar a la actividad que han presionado a entidades gubernamentales para que éstas emitan protocolos de supuesta protección a la salud de los futbolistas en su vuelta a entrenamientos y partidos. Y lo han logrado. Ante el dictado de instrumentos normativos semejantes, por ejemplo, en España, el sindicato de futbolistas (Asociación de Futbolistas Españoles, AFE) tuvo que emitir un extrañamiento mediante el cual exigió al Consejo Superior de Deportes (CSD), dependencia gubernamental adscrita al Ministerio de Cultura y Deporte, que acredite la validación, por parte de las autoridades en materia de salud, del Protocolo básico de actuación para la vuelta a los entrenamientos y el reinicio de las competiciones federadas y profesionales. “Este sindicato reitera que mientras dure la pandemia, todas las decisiones han de pasar por el Ministerio de Sanidad”, se lee en la carta que la organización gremial dirigió al CSD.

El presidente de la federación italiana de futbol, Gabriele Gravina, se puso a la cabeza de la confrontación con las autoridades sanitarias del gobierno de ese país. Con tono valentón, como buen sofista quiso hacer pasar su cruzada como una defensa del interés general: “Mientras sea presidente de la FIGC (Federazione Italiana Giuoco Calcio) nunca firmaré el bloqueo de los campeonatos, porque esto supondría la muerte del fútbol italiano. Estoy defendiendo los intereses de todos y rechazo firmar algo así (dar por terminados los torneos), salvo condiciones objetivas que pongan en peligro la salud de los que participan de este deporte”,[1] como si la muerte de más de 25 000 personas en Italia fuera una percepción subjetiva. Al final de su perorata terminó por dejar al descubierto que su único interés es económico: “si cerramos definitivamente, el sistema perderá 800 millones, que bajarían a 300 si recuperamos los partidos a puerta cerrada.”[2]

Y es que como los dirigentes del futbol no son los que van a tener que chocar sus cuerpos contra los de otros seres humanos adentro de una cancha; como ellos no van a intercambiar sudores en la disputa por un balón; como ellos no van a tener que pisar aeropuertos para viajar a las ciudades que indique el calendario de juegos, qué les puede importar que los jugadores tengan que volver a sus casas con el temor y la incertidumbre de ser portadores del virus y contagiar a sus familias.

Parásitos del futbol, no anhelan que vuelva el futbol, sino el negocio del futbol.

Y peor es el vergonzoso papel de los corifeos que tienen esos dirigentes en varios medios de comunicación. En México, por ejemplo, noticieros deportivos de televisión y radio todos los días lanzan sus profecías acerca de cuándo volverán los partidos, con un ansia digna de mejor causa. Pena les debería dar simplemente por comparación con sus colegas de la fuente de Cultura. Yo no veo que lo noticieros culturales se la pasen especulando sobre la fecha de reapertura de los teatros.

Recientes acontecimientos en el futbol alemán dan cuenta del despropósito que implica apresurar el regreso de la actividad futbolística: toda la plantilla de un equipo de segunda división, Dinamo Dresde, al que ya se le había programa su partido de retorno el 17 de mayo, será confinada durante 14 días tras la detección de dos casos positivos entre sus jugadores.[3]

Si bien no es un problema de amnesia sino de intereses, me causa cierta extrañeza que esos países cuyas ligas tienen mayor prisa por rodar de nuevo el balón sufrieron guerras recién el siglo pasado, por lo que cabría esperar que sus sociedades están mejor vacunadas contra la impaciencia, que sus habitantes tienen presente que sus antepasados salvaron la vida guareciéndose de bombardeos en refugios antiaéreos. Pero no. Desafortunadamente ya no viven sus abuelos para reconvenir a sus nietos, que no se pueden aguantar, ay pobrecitos, sin su partido semanal de futbol.

Suscribo una lacónica afirmación formulada por el sindicato de futbolistas españoles: “No todo vale. Ni por el dinero todo vale”, palabras que hacen eco del poeta estadounidense Ezra Pound, quien escribió que:

Con usura

no se pinta cuadro para que dure y para la vida

sino para venderse y pronto

con usura, pecado contra natura

Usura oxida el cincel

Oxida el oficio y al artesano[4]

 

En su libro Periodistas depordivos, publicado en 2015, el periodista argentino Walter Vargas escribe que “jamás el fútbol en particular se había expandido en el escenario de forma tal que el genuino patrimonio cultural se confunde a menudo con las sombras de toxicidad sospechada por más de cuatro detractores.”[5]

Esa toxicidad de la que habla Vargas es la que algunos dirigentes, usureros del balón, expelen con sus prisas y de paso se la confirman a la legión de detractores del futbol.

 

[1] Mirko Calemme, “Gravina: ‘Cerrar este campeonato sería la muerte del Calcio’”, As, 29 de abril de 2020.
[2] Idem.
[3] El Mundo, “Una plantilla al completo en cuarentena que pone en cuestión el regreso del fútbol en Alemania”, 9 de mayo de 2020.
[4] Ezra Pound, Cantares completos (int. y trad. José Vázquez Amaral), México, Joaquín Mortiz, 1989, pp. 219-220.
[5] Walter Vargas, Periodistas depordivos: fútbol, entre las plumas y las palabras (pról. Ezequiel Fernández Moores), Buenos Aires, Alarco Ediciones, 2015.

 

Foto: dnf.com.mx

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