Sevilla: El trabajo detrás del éxito

Por: Farid Barquet Climent.

La portería es la escuela ideal para ser entrenador: la mayor parte de un partido el cancerbero observa a distancia. Pero si además de portero toca ser el suplente, el aprendizaje se multiplica. Porque a diferencia de cualquier otra posición, el portero no puede rebuscarse una oportunidad en otro puesto de la alineación. Mientras a un extremo puede llegarle su oportunidad habilitado como lateral, o un central que sabe salir jugando puede devenir en mediocampista de contención, el portero sólo puede jugar de portero. Y para colmo, por reglamento no puede haber más que uno. De ahí que el suplente sólo pueda participar por expulsión, lesión o sensible baja de juego del titular. Su ingreso a la cancha nunca obedecerá a un ajuste táctico. Si a alguien le ajusta el calificativo de suplente, es a él.

Privados de incidir en el juego, los porteros suplentes se resignan a que la banca les recompense con aprendizaje. Por eso algunos de ellos, tras pasarse la mayor parte de sus carreras viendo partidos desde los márgenes del campo, se convierten después en laureados entrenadores. Sin estar propiamente dentro pero tampoco del todo fuera, sentados más tiempo que ninguno de sus compañeros en ese mirador sin parangón, de tanto esperar su turno terminan por desarrollar capacidades analíticas que los preparan para algún día asumir el timón.

Un discreto portero español de los años 90, que en las primeras 5 temporadas de las 7 que militó en Primera División jugó solamente 9 partidos, supo explotar las posibilidades pedagógicas de la banca y basar en las lecciones ahí aprendidas una de las más exitosas gestiones de un directivo contemporáneo en el futbol europeo. Nacido en Cádiz en 1968, Ramón Rodríguez Verdejo, “Monchi”, Director Deportivo del Sevilla Fútbol Club de 2000 a 2017 y de 2019 a la fecha, fue el eterno suplente de Juan Carlos Unzué, dueño inveterado del arco sevillista de 1990 a 1997. La temporada 1996-1997, la única en que “Monchi” tuvo más apariciones que Unzué, el equipo descendió, y ni siquiera durante la siguiente en Segunda División le fue confiada la titularidad, por lo que acabó retirándose a los 28 años al finalizar la campaña 1999-2000.

Su decisión de no volverse a poner los guantes coincidió en el tiempo con una de las peores crisis institucionales de la historia del Sevilla. La entidad recibió el nuevo milenio agobiada por deudas y sin disponer de los recursos más elementales para la práctica deportiva. En vista de que no tenía dinero para contratar a un directivo experimentado, el presidente en turno, Roberto Alés, pensó en Monchi para ocupar la dirección deportiva: “Me ofrecieron el cargo y acepté lo mismo que si me hubieran dicho que me dedicase a pintar las rayas del campo. Sabía lo mismo de una cosa que de la otra. El club era un auténtico desastre y yo me veía obligado a hacer de todo”, dice el gaditano en las páginas del libro El Método Monchi: Las claves del sistema de trabajo del rey Midas del fútbol mundial, escrito por el periodista Daniel Pinilla.

A dos décadas de aquellos días en que no tenía ni balones, el Sevilla es hoy, gracias a “Monchi” y sus colaboradores, uno de los equipos más estables, rentables y ganadores del viejo continente. Hoy ganó por sexta vez la UEFA Europa League, convirtiéndose en el equipo que en más ocasiones la ha ganado. Las 5 anteriores las conquistó en un lapso de 10 años, entre 2006 y 2016, guiado por la divisa “Levantar títulos sin provocar deudas”. Ha cosechado además 2 Copas del Rey, una Supercopa de España y otra de Europa.

“Monchi” supo convertir al Sevilla en “club vendedor”, que compra barato para luego vender caro, gracias a su singular capacidad de captación de promesas en varias partes del mundo. “Teníamos que encontrar el talento antes que nadie”,afirma. Gracias a esa búsqueda de tesoros por doquier, el equipo del barrio de Nervión pudo hacerse de los servicios del brasileño Dani Alves, proveniente del Esporte Clube Bahía, a cambio de 800 mil euros, y luego lo vendió al FC Barcelona por 35 y medio millones. Las salidas de los también brasileños Julio Baptista, al Real Madrid, y Adriano, al Barcelona, dejaron 20 y 9.5 millones, respectivamente, en las arcas del club, mientras que la partida del colombiano Carlos Bacca al Milán aportó una ganancia de 20 millones.

En El Método Monchi se revelan algunos de los aciertos que hicieron posible el resurgimiento del Sevilla. Resalta la importancia que el Director Deportivo le dio a la elaboración de bases de datos y a la redacción de informes puntuales sobre el rendimiento de los futbolistas, tanto de casa como de otros clubes e incluso de otras ligas. Si bien no pregona la infalibilidad de fórmula alguna, “Monchi” expone cómo la generación y sistematización de información estadística le ayudó a aminorar el impacto deportivo generado por la desincorporación de jugadores derivada de las urgentes necesidades de capitalización que enfrentó cuando asumió el mando. El trabajo permanente de exploración de posibles sustitutos de cada futbolista del plantel le permitió a la dirección técnica amortiguar la merma en el funcionamiento futbolístico provocada por cada baja y, en consecuencia, acotar la reprobación mediática y los reclamos de la tribuna. “No es que el fútbol sea algo matemático, pero el margen de error se reduce bastante”, dice este dirigente de 51 años, en cuyas decisiones de fichajes y traspasos prevalece “el peso del criterio elaborado sobre un futbolista durante un largo período” por encima de “una racha de mal juego que pueda depreciarlo en el mercado”.

Dirigido en sus tiempos de jugador por entrenadores campeones europeos y mundiales como Luis Aragonés y Carlos Salvador Bilardo, “Monchi” expone en el libro el modo como ha articulado sus relaciones con los sucesivos directores técnicos que él ha incorporado al club y subraya la atención que se debe prestar a la figura del capitán en equipos cuya plantilla cambia constantemente. En sus páginas comparte también las que en su opinión deben ser las líneas generales de una adecuada política salarial; reflexiona sobre las consecuencias de la edades cada vez más tempranas de ingreso de los futbolistas al profesionalismo; advierte sobre cómo las grandes competencias de selecciones resultan escaparates engañosos cuando se asiste a ellos chequera en mano a la búsqueda de refuerzos; destaca la importancia de subordinar las pautas de comunicación del club a su área deportiva —en lo cual coincide con un histórico del Sevilla, hoy entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo “Cholo” Simeone— e involucra a ésta en el proceso de adaptación y acoplamiento de los recién llegados, todo decantado por la experiencia adquirida por “Monchi” a lo largo de casi dos décadas como director deportivo de un club al que hizo renacer sin haber siquiera imaginado que le sería conferida esa responsabilidad: “jamás pensé que iba a serlo ni me preparé para ello”.

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