Por: Farid Barquet Climent.
Salamanca, Salamanca, renaciente maravilla, académica palanca, de mi visión de Castilla. Miguel de Unamuno
Un día como hoy, hace 100 años, se firmó el acta fundacional de la Unión Deportiva Salamanca en el Café Novelty de la Plaza Mayor salmantina.
Lamentablemente, la Unión no podrá celebrar, como tal, su centenario: fue extinguida por sentencia judicial el 18 de junio de 2013 tras una vida de noventa años, luego de pasar por un concurso de acreedores.
La Unión fue un caso más de la calamitosa conversión de la mayoría de los clubes españoles en sociedades anónimas deportivas (SAD), un triste espejo en el que debiera mirarse por estos días el Valencia Club de Fútbol, que atraviesa una grave crisis económica, institucional y deportiva bajo la propiedad del singapurense Peter Lim, cuyo salida del club reclaman los miles de seguidores que se manifestarán en la ciudad del Turia pasado mañana sábado 11 de febrero.
A la Unión la tenemos presente en México por haber sido la primera escala europea de Carlos Vela: el quintanarroense defendió su heráldica cedido por el Arsenal londinense; en Argentina la asocian con el arquero Jorge D’Alessandro, el jugador con más apariciones en su historia, al haber participado en 334 partidos de primera división entre 1974 y 1984; en Brasil, y no menos en Galicia, es recordada porque ahí militó Everton Giovanella antes de enrolarse en el Celta de Vigo en 1999; la afición maña no olvida que el zurdo de Vicálvaro, Martín Vellisca, dos veces ganador de la Copa del Rey con el Real Zaragoza, debutó en primera con la Unión; los barcelonistas setenteros saben que, durante la era de Rinus Michels, los culés, como sus archirrivales del Real Madrid, también tuvieron su “Juanito”: el extremo tinerfeño Juan Díaz Sánchez, quien hacia el final de su carrera jugó varias tardes como local en el Helmántico, la casa de la Unión; mientras que las peñas memoriosas del Real Madrid no pasan por alto que el tosco pero incansable mediocampista onubense Ángel de los Santos se incorporó al equipo de Chamartín en 1979 procedente del conjunto salmantino, por el que también pasó el delantero reusense Gerard Escoda, quien fuera presidente deportivo del Lleida Esportiu y luego del ce Sabadell, hasta su muerte por cáncer hace un par de semanas, el 27 de enero de 2023 a los 50 años.

Carlos Vela, a su paso por la Unión
Pero a diez años de distancia de su liquidación como entidad jurídica, el capital simbólico de la UD Salamanca se preserva gracias a un amplio segmento de sus aficionados, que decidió fundar un nuevo club, Unionistas de Salamanca, que es algo así como el trasunto de la Unión, pues surgió como consecuencia de su desaparición, lo que lo convierte, aunque diga no quererlo así, en el digno y encomiable sucedáneo de aquélla. Y lo es porque no se trata de una simple continuación. Ni siquiera lo es en sentido legal, máxime que hay otro club que sí reclama ser la continuadora de la personalidad jurídica de la Unión: el Salamanca Club de Fútbol UDS, propiedad de inversores mexicanos, que recibió por concepto de cesión los derechos federativos para competir en divisiones inferiores que dejó a una fundación la Unión, por lo cual se asume como la entidad heredera, cuyo primer equipo, que compite en la quinta división española, es dirigido por la dupla conformada por los mexicanos Rafael Dueñas y Jehu Chiapas, el mediocampista que salió campeón con los Pumas de la UNAM en los torneos de Clausura 2009 y 2011.
Extinguida la Unión, un colectivo de sus hinchas fundó el Unionistas para “seguir defendiendo y compartiendo su sentimiento y amor por el club único e irrepetible” que para ellos fue la Unión, haciéndolo a través de una nueva sociedad, con naturaleza jurídica ya no de SAD sino de entidad deportiva, provista de una estructura “popular, transparente y democrática” y bajo una denominación que hace ostensible su orgullosa progenie de tribuna: Unionistas, el club de los aficionados de la otrora Unión, los unionistas. De ahí su nombre.
El vínculo entre la desaparecida Unión y el actual Unionistas no es el que existe entre un club principal y un filial. Tampoco es una sucursal. Lo que une a Unionistas con la otrora Unión es un nexo sentimental. Así lo suscribieron sus fundadores al darse los Estatutos que los rigen, cuyos artículos 3º y 4º disponen que Unionistas tiene entre sus fines: “homenajear” a la liquidada Unión Deportiva Salamanca, “defender el honor” de ésta y “reunir a aquellos unionistas que quieran seguir defendiendo y compartiendo su sentimiento y amor por el club único e irrepetible”, dejando claro que Unionistas “jura fidelidad eterna al club Unión Deportiva Salamanca, y no trata, ni jamás lo hará, de suplantar o hacerse pasar por él, ni se considera representante, ni heredero de dicho club, posicionándose radicalmente en contra, y condenando a cualquier otro club que hubiese intentado o intentase realizarlo”. Y por eso, si bien usa también los colores blanco y negro, “nunca podrá llevar la combinación de camiseta blanca y pantalón negro, ni el escudo, o imitación del escudo de la Unión Deportiva Salamanca, ni su himno de manera oficial”, como tampoco, en caso de cambio de nombre, “ninguna de las palabras que lo formen podrá ser ‘Unión’”, de conformidad con las prohibiciones establecidas en los artículos 5º y 6º estatutarios.

Alineación del Unionistas
Unionistas se rige por el ideal democrático “un socio, un voto”, de acuerdo con lo preceptuado en el artículo 7º de sus Estatutos. La gestión democrática de los 3 105 que lo integran ha traído buenos resultados deportivos. El club consiguió ascender tres categorías en cuatro temporadas. En ese lapso subió desde la Provincial salmantina hasta a la Segunda División “B”, en la que se encontraba la vieja Unión cuando feneció. Todos los que trabajan en la entidad, desde los trece miembros de su junta directiva hasta quienes acondicionan los días de partidos su pequeño estadio Las Pistas —porque Unionistas no juega en el Helmántico— lo hacen sin recibir por ello remuneración económica alguna.
El filósofo y escritor Miguel de Unamuno, célebre rector de la Universidad de Salamanca en dos periodos, de 1900 a 1914 y de 1931 a 1936, y tío abuelo del mítico futbolista Rafael Moreno “Pichichi”, en uno de sus Ensayos escribió:
“Yo apenas creo que cambien las ideas y los sentimientos de un pueblo, si con esto queremos decir que los mismos que antes pensaban o sentían de una manera vengan a pensar y sentir, de repente o todo lo poco a poco que se quiera, de otra manera distinta”.
Hoy, el pueblo salmantino le da la razón al autor de Niebla, pues gracias al Unionistas los seguidores de la Unión pueden seguir sintiéndola en su centenario. Porque no se puede, de repente o todo lo poco a poco que se quiera, sentir de otra manera.