Este texto fue publicado originalmente por Notimex en junio del año 2001.
En recuerdo de Óscar de Buen.
@bdebuen
Para las personas que nacimos después de 1966, el Estadio Azteca siempre ha sido parte del panorama de la calzada de Tlalpan, pero el ingeniero Óscar de Buen, uno de los ingenieros que proyectaron su estructura, recuerda como el coloso se hizo parte del paisaje.
El Azteca se construyó sobre un llano aislado de la población hasta que la capital lo absorbió y ahora es parte de la mancha urbana de la Ciudad de México. La obra del prestigiado arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez fue posible gracias a la participación de otros 13 arquitectos, 35 ingenieros y más de 800 obreros de la construcción.
«Se tardaron bastante, pero no por problemas de ingeniería, sino más bien por problemas, yo creo que económicos. El proyecto estructural nosotros lo hicimos por ahí de 1962 ó 1963 y lo inauguraron en 1966, cuatro años después, pero no tenían porqué haberse tardado tanto,» explica de Buen.
El trabajo de ingeniería que mantiene de pie al Estadio Azteca pasa inadvertido para los visitantes desconocedores. Para que una construcción tan grande haya sobrevivido a un terremoto como el ocurrido en esta ciudad el 19 de septiembre de 1985 debe tener el soporte necesario bajo la piel de cemento.
«Nosotros recibimos los planos de un arquitecto y a veces discutimos con él algunas cosas y entonces, en el caso de una estructura de concreto, somos los que determinamos las dimensiones de las vigas, las columnas, el armado que debe tener, la cimentación para que soporte todas las cargas y temblores. Que no se caiga. Lo que pasa es que a nosotros, los ingenieros estructurales o estructuristas, nadie nos conoce, sino hasta que se nos cae algo. Nosotros hacemos el esqueleto que aguanta el peso propio, el peso de la estructura el peso de la gente, los temblores, el viento», precisó.
Oscar de Buen López de Heredia, es ingeniero por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), nació en Madrid en 1925 y ha participado en la proyección estructural de algunas de las extremidades verticales de la ciudad, como las torres de Pemex y de la Compañía Mexicana de Aviación, el Museo Nacional de Antropología y la segunda Basílica de Guadalupe, en 1976.
Recientemente, se han publicado versiones insistiendo en que el Estadio Azteca está en deterioro por algunas fallas en la construcción.
«No es cierto, es mentira. Lo que sucede es algo que parece que es un problema mundial que empezó con los conciertos de rock, que todo el mundo se pone a brincar y a bailar al mismo tiempo a un cierto ritmo, y ahora también pasa con las barras bravas. Entonces los volados (balcones) sobretodo los de detrás de las porterías que son los más grandes se ponen a vibrar, pero no es por la carga, han pasado dos Mundiales, una cantidad de llenos tremenda, es un problema mundial que ha pasado en muchos estadios», comentó.
Y añadió, «las estructuras y las cosas tienen un período de vibración, si los brincos son con un período parecido al de la estructura, ella empieza a vibrar también. Yo no creo que se cayese. Los que están arriba ni se enteran, aunque parece que desde abajo se ve», aclara el ingeniero.
«Alguna vez leí en un periódico que decían que era porque el Azteca estaba cimentado en un terreno muy malo, pero en primer lugar eso no tiene nada que ver con la cimentación y en segundo lugar el terreno del Azteca es bastante bueno porque ya no es el terreno de por acá (Colonia Roma), del antiguo lago. Tiene pilas de concreto, pero muy cortas, a ocho o 10 metros de profundidad ya está el terreno resistente, bastante superficial. Se tuvo que escavar, la cancha está más abajo del terreno original, debajo está la cimentación y tiene pilas, ahí el terreno es bueno», explicó.
El Azteca ha sido modificado para recibir diferentes eventos de calibre mundial, el despacho Colinas de Buen apoyó nuevamente con el proyecto estructural de un techo para proteger al público de las potenciales lluvias en el Campeonato Mundial de 1970, que ha sido descuidada.
«La estructura de la cubierta, la estructura de acero, esa sí estaba mal trecha cuando el segundo campeonato de 1986. Como es de acero no la pintaban adecuadamente y está por arriba de la lámina y entonces se moja, con la lluvia de hoy que es muy corrosiva, con tanto smog y tanta porquería que hay, entonces se oxida si no la pintan y no la limpian de vez en cuando. A raíz del segundo Mundial de 1986, hubo que cambiar partes que ya estaban muy estropeadas. Ya pasaron 15 años. Además desde abajo no se ve» comentó.
El ingeniero de Buen, profesor emérito de la UNAM, asegura que con el debido mantenimiento, el Azteca tiene una duración ilimitada.
«Si fuese en Estados Unidos ya lo hubiesen tirado por viejo» bromeó.
En tiempos recientes ya no se construyen estadios tan grandes como el Azteca.
«Ahora hay televisión, y ya no se hacen estadios tan grandes porque los llenas tres veces al año y nada más. Es como el beisbol de Estados Unidos, el Yankee Stadium es de 70 y tantos mil espectadores y los estadios que hacen ahora son de 35 ó 40. Porque la gente no va, bueno, sí va, pero no se llenan, más que unas cuantas veces al año. Claro, si llegan a hacer un Mundial o aquí en las finales del campeonato llenan un estadio el doble de grande», aseveró.
«La inversión es mucho más grande, los gastos de mantenimiento son mucho más grandes, ya no es negocio hacer esos estadios gigantescos. La televisión ha disminuido el tamaño de los estadios. En parte es por la televisión que mucha gente lo ve; no sé que pasará cuando sólo lo pasen por la televisión pagada, cosa que no tarda mucho en suceder. No sé si vaya más gente o qué», comentó.
La posibilidad de poder ver deporte desde la comodidad del hogar ha disminuido las entradas en los estadios al mismo tiempo que ha multiplicado la posibilidad de mercado, esto parecería benévolo, señaló.
«La realidad es que la televisión ha echado a perder los deportes. Aunque por un lado les ha ayudado, todo el dinero que tienen es básicamente por la televisión. Pero por otro lado todo esto de que el famoso amor a la camiseta no existe, los jugadores lo que quieren es que los cambien para recibir su parte del traspaso. ¿Qué sucede? Que les pueden pagar tanto gracias a la televisión, porque no es lo que paga la gente que va al estadio», explicó.
Para alguien que ha vivido la evolución de los estadios y los medios, además de participar en la construcción de uno de ellos, hay más de un afectado por la incrustación de la televisión en el deporte.
«A los árbitros, la televisión los ha parado de cabeza, a veces cometen unos errores garrafales, pero a veces hay una jugada que nadie ve si hubo faul o no hubo faul y él tiene que pitar o no pitar, entonces luego se la repiten 20 veces desde 14 ángulos distintos y resulta que se equivocó, pues sí, pero pobre cuate, él tiene que definir instantáneamente una cosa que vio a medias» comentó.