Las tormentas de Peter Handke

Por: Farid Barquet Climent.

Peter Handke, ganador del premio Nobel de literatura 2019, empezó a cursar en 1961 la carrera de Derecho en Graz, la ciudad universitaria por excelencia de su país natal, Austria. Pero pocos años después, atormentado por las dudas vocacionales, prefirió no continuar sus estudios jurídicos para dedicarse a la literatura.

Un fruto de esa decisión es su segunda novela, El miedo del portero al penalti, publicada en alemán en 1970, en la que algunos pensamientos de su protagonista —un guardameta profesional retirado, metido después a mecánico electricista, que tras quedar desempleado se precipita en una debacle personal que lo lleva a cometer un crimen— pueden interpretarse como una suerte de mensajes encriptados, como pistas dejadas deliberadamente por Handke para darnos a entender cuáles eran (y seguramente son) son sus preferencias futbolísticas.

Tal como dice José Woldenberg en un texto cuya escritura se le detonó precisamente al recordar el nombre de un equipo europeo de futbol (Ujpest), “existen voces que actúan como activadoras de la memoria, son como resortes adormecidos que saltan al escuchar una señal que nos transporta al pasado”.[1] Y en la novela a la que Handke puso un título tan futbolero hay una voz, “Stumm”, que actúa así, como un término clave para la trama pero que quizá también esconda una clave, un acertijo para sus lectores futboleros.

Sabemos que “Stumm” es un topónimo, usado por Handke en su ficción para darle nombre a un exfutbolista, porque lo primero que viene a la mente al leer “Stumm” es que así se llama una pequeña población tirolesa que, además, gusta del futbol, sin llegar a contar con un stadion propiamente dicho, sino más bien con lo que en tierras germanas denominan sportsplatz, cuya capacidad apenas se acerca al millar de asientos, en el que juega sus partidos como local un club modesto: el SVG Stumm-Stummberger. Esa es la única resonancia futbolera de la voz “Stumm”.

Pero si a “Stumm” le cambiamos una letra y en vez de la primera “m” colocamos una “r”, obtendremos la palabra alemana “sturm”, que significa “tormenta” y que en contextos futbolísticos también puede traducirse como “delantera”, pero que escrita con mayúscula inicial[2] nos remite a un club, de la ciudad en la que Handke vivió sus años universitarios, que junto con el Rapid y el Austria de Viena es uno de los equipos austriacos de mayor tradición y arraigo: el Sportklub Sturm Graz.

De origen obrero al igual que el Rapid, el Sturm fue fundado diez años después de aquél, en 1909. Durante la anexión nazi de Austria participó en la Bundesliga alemana y, tras la liberación, se convirtió en el primer equipo del torneo nacional no asentado en la capital Viena. Los tres títulos de campeón de la Liga austriaca que ostenta el Sturm (1998, 1999 y 2011) los consiguió en un lapso de trece años, muy breve en comparación con las once décadas de existencia de la entidad. El Sturm recibe a los adversarios que lo visitan en el Merkur Arena, inmueble que entre 1997 y 2005 se llamó “Estadio Arnold Schwarzenegger”, pues el famoso fisicoculturista, actor y político nació en Thal, un suburbio de Graz. La casa del Sturm llevó el nombre del protagonista de la saga fílmica Terminator hasta que los pronunciamientos públicos del entonces gobernador del Estado norteamericano de California a favor de la pena de muerte, difundidos durante su campaña de reelección, le trajeron gran impopularidad en su país de nacimiento.

En 1995 el Sturm enfrentó al Atlante de México en un partido de pretemporada. El encuentro lo ganaron los Potros de Hierro gracias a un gol de Manuel Negrete, que de acuerdo con lo publicado en su cuenta de Twitter por el escritor y diplomático mexicano Héctor Orestes Aguilar —que en ese tiempo era profesor en la Universidad Karl-Franzens de Graz y en la década siguiente fue Agregado cultural en Austria— fue conseguido por el camiseta ‘22’ de los azulgranas mediante “una parábola exquisita” hacia el final del partido. Según el portero de aquel Atlante, Félix Fernández Christlieb, al terminar el cotejo tuvo lugar una tormenta en el vestidor, que no fue un episodio como tantos otros de la larga historia de desencuentros entre Hugo Sánchez, entonces delantero atlantista, y quien era su Director Técnico, Ricardo Antonio Lavolpe. Ese día el histórico goleador del Real Madrid y el entrenador argentino llegaron al enfrentamiento físico, muy cerca de liarse a golpes, tras lo cual “Hugol” decidió no volver a México y enrolarse en las filas de un club austriaco: el Linz, resultado de la fusión del LASK Linz y el FC Linz, equipo al que el “Pentapichichi” incluso incorporó a uno de sus compañeros del Atlante, que también tuvo sus inicios en los Pumas de la unam: Édgar García de Dios, asesinado en 2010 en el municipio mexicano de Naucalpan.

En la época en que el Sturm y el Atlante midieron sus fuerzas, atravesaba por uno de sus periodos más violentos y dolorosos la guerra que atormentó y desintegró a Yugoslavia, en la cual Handke, según sus críticos, tomó partido a favor de Serbia, postura que en 2019 le generó al escritor una tormenta mediática a raíz de que le fuera otorgado el Nobel. Los gobiernos de los Estados inconformes por la concesión del galardón a Handke —Kosovo, que lo declaró persona non grata; Albania, cuyo embajador en Suecia no asistió a la ceremonia de entrega del galardón en señal de protesta; Turquía, cuyo presidente, Recep Tayyip Erdogan, lamentó que se diera la distinción justo el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos; o Croacia, que en voz de su canciller manifestó “sorpresa y descontento” por la decisión de la Academia Sueca—, argumentan que el escritor negó el genocidio atribuido al régimen de Slobodan Milosevic.

En 1970, año mundialista en que se publicó El miedo del portero al penalti, el portero del Sturm era Damir Grloci, nacido, al igual que la madre de Handke, en Eslovenia, nación presente de manera recurrente en la obra de éste, desde su novela Die Wiederholung (Repetición) hasta la pieza de dramaturgia ahí ambientada, que lleva por título nada menos que Immer noch Sturm (traducida al inglés como Still Storm). De Eslovenia Handke llegó a escribir: “Considero a Eslovenia y a los dos millones de personas que forman el pueblo esloveno como una de las pocas cosas que forman parte del adjetivo mío; no de mi posesión, sino de mi vida. Nunca en el extranjero me he sentido tan en casa como en Eslovenia”.[3] Y en 2019, año en que Handke ganó el Nobel, el trofeo que el diario Marca entrega al final de cada temporada al portero menos goleado de la liga española lo ganó el esloveno Jan Oblak. El trofeo al que se hizo merecedor el portero del Atlético de Madrid lleva el nombre de Ricardo Zamora, portero icónico del futbol español que tuvo una dilatada carrera de 22 años entre 1916 y 1938, quien además es el único futbolista real del que hace mención Handke en las 139 páginas de El miedo del portero al penalti.

En un diálogo de El miedo del portero al penalti, el atormentado protagonista le dice a la dueña de la posada en la que estaba hospedado, que “su blusa parecía una camiseta de futbol por las rayas”,[4] oración que probablemente entraña un guiño de Handke, una alusión velada, a las rayas verticales blancas y negras que lleva en su camiseta el Sturm, la tormenta de emociones que inunda a la ciudad donde el Nobel estudió.

 

[1] José Woldenberg, “Ujpest”, Reforma, 4 de noviembre de 2010.
[2] Como la novela fue publicada en 1970, el nombre Sturm no podría haberle servido a Handke para referirse directamente a un futbolista austriaco que nació casi treinta años después, en 1999: Philipp Sturm, surgido de los equipos inferiores del Red Bull de Salzburgo, quien actualmente juega en el Chemnitzer FC de la tercera división del futbol alemán.
[3] Peter Handke, “Adiós a un sueño”, El País, 18 de agosto de 1991.
[4] Peter Handke, El miedo del portero al penalti (trad. Pilar Fernández-Galiano), México, Alfaguara, 2019, p. 119.

 

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Un comentario en «Las tormentas de Peter Handke»

  1. Eduardo Lamazon dice que «al boxeo hay que ponerle historias», de lo contrario pasa por ser una reyerta callejera. Y aquí el autor nos revela, a propósito de una novela, todo un recorrido histórico que dota de gran significado el alcance profundo que tiene el balompié, el cual podría decir con el cómico latino «nada de lo humano me es ajeno». Tremendo escrito, felicidades.

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